A quien corresponda:
Sirvan estas líneas para anunciar formalmente mi renuncia en
Parker International (y a su arrogante y condescendiente director), efectiva a
partir de hoy en dos semanas. Ha sido una decisión MUY FÁCIL de tomar, dado que
los dos últimos años han sido un horror total. Espero que su nueva asistente
ejecutiva tenga toda la suerte del mundo (la necesitará), y si mi jefe me
necesita para cualquier cosa en estas dos semanas, que alguien le diga que
puede apañárselas solo.
Un saludo (no tan) cordial.
Tara Lauren.
Este es el aviso de dimisión que debí haber mandado con dos
semanas de antelación a mi jefe, porque la versión profesional ―aquella en la
que decía sentirme «agradecida por la oportunidad» y «honrada por haber tenido
tan gratificantes experiencias»― fue rechazada con esa sonrisilla sexy tan suya
y ese «es altamente recomendable que lea usted la letra pequeña del contrato».
Y lo hice. Ahora me doy cuenta de que, a menos que finja mi propia muerte, le
envenene o encuentre la forma de renegociar ese contrato imposible de entender,
estoy atrapada trabajando para uno de los jefes más engreídos y bordes de todo
Nueva York. Y entonces, cuando creía que nada podía ir a peor, me llama anoche
a última hora con una proposición difícil de creer…
La historia comienza en el presente, punto en el que Tara
está hasta el mismísimo moño de Preston, su jefe, que no para de mandarle
correos y hacer llamadas a horas imposibles para pedir, no, exigir, que
haga las tareas más absurdas que puedas imaginar, y decide presentar su carta
de dimisión.
A partir de ahí viajamos al pasado, dos años atrás.
Tara busca trabajo desesperadamente en Nueva York y comparte
piso con su mejor amiga, pero, por desgracia, ni siquiera pueden pagar el
alquiler mensual entre las dos. Es una suerte que su ingenio para sobrevivir no
tenga límites… Y gracias a uno de sus recursos de supervivencia conocerá a
Preston, quien le hará una oferta que cambiará su vida instantáneamente en más
de un sentido.
Preston dirige la mejor y más importante cadena hotelera de
Nueva York, para llegar a lo más alto ha dedicado su vida al trabajo. Es un
jefe duro, malhumorado, e inflexible. Tanto, que sus asistentes personales no
duran en el puesto ni un mes. Necesita encontrar un asistente competente lo
antes posible.
Un encuentro fortuito (o no) con Tara será suficiente para Preston,
y dejándose llevar por su intuición, la ofrecerá el puesto sin dudarlo.
La atracción entre ellos será evidente desde el momento en
que crucen sus miradas, pero las cosas no serán tan fáciles como parecen.
¿Será Tara la asistente definitiva? ¿Podrán reprimir la
atracción entre ellos antes de tirarse los platos a la cabeza?
Cuando comencé este libro no tenía muchas expectativas
porque, uno, acababa de leer otro libro que Whitney que no me gustó tanto como
me tiene acostumbrada (ya os contaré), y dos, ¿otro libro jefe-empleada en
Nueva York?
Últimamente he pasado mucho tiempo viviendo en Nueva
York y trabajando para sexys jefes mandones y despiadados y asquerosamente
ricos… Vamos, que he entrado en un bucle de novelas de oficina que para qué
contaros.
El caso es que tenía este libro en la estantería desde el día
que salió a la venta, y buscando qué leer, decidí comenzarlo.
Bien por mí, ¡porque me ha encantado!
La historia es súper rápida, de verdad, lo he leído en horas,
si bien es cierto que normalmente leo bastante rápido, en este caso, incluso
Esposo me miró y me dijo: “¿Ya lo has terminado?”. En serio, lo comencé
por la mañana y lo acabé por la tarde.
Aunque no están excesivamente desarrollados, los personajes se
perfilan fuertes y con carácter (gracias), y las situaciones ente ellos son muy
divertidas. Al contrario de otras novelas de mi bucle temporal, aquí la
protagonista no se anda con tonterías, es ingeniosa y contestona. En muchos
momentos me parecía estar en un partido de tenis, por eso de los ataques y
respuestas en las conversaciones, quedándome a la espera de qué diría cada uno
después. Sus ocurrencias para fastidiar al tirano de su jefe me han resultado
de lo más entretenidas. Evidentemente, oculto bajo el odio que Tara siente
hacia Preston, hay un montón de otros sentimientos, y, aunque parezca increíble
(que me lo parece por eso del bucle-oficina en el que estaba inmersa),
esta historia no está llena de sexo en el despacho sin sentido, que lo hay,
pero no desde el principio, y no ocupando páginas y páginas de relleno. De
hecho, durante los dos años que pasan desde que Tara es contratada hasta que
presenta su carta de dimisión, jefe y empleada no han sido nada más que eso. Y esa
es una de las cosas que más me ha gustado del libro, me ha mantenido enganchada
gracias a la relación entre ellos, a las respuestas divertidas y a las
situaciones locas, que en muchas (casi todas) ocasiones me han tenido sonriendo
mientras leía.
Como siempre, Whitney ha creado una historia rápida,
entretenida y ligera. Sin mucho drama y con un punto justo de erotismo. Por
algo es una de las escritoras más famosas a nivel mundial, a mí, desde luego,
generalmente me encantan sus libros (quitando alguno del que esperaba más). Y
después de leer los agradecimientos finales (sí, yo me leo los agradecimientos
del libro), además de conquistarme como escritora, también lo ha hecho como
persona.
Definitivamente no me arrepiento de haberlo leído al fin, y
muchísimo menos de comprarlo en papel en su momento, de no ser así, ya estaría
en mi cesta de Amazon con los otros tropecientos mil.
Rápido, entretenidos, divertido, romántico... Creo que lo
tiene todo para gustar. Así que, si tenías dudas, te animo a conocer la
historia de Tara y Preston.
No te vas a arrepentir.
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